BUSCANDO LA PAZ DE ESPÍRITU
Un hombre viajó a Chelm a fin de pedir consejo al rabino Ben Kaddish, el más sabio de todos los rabinos del siglo XIX y quizás el noodge más importante de la Edad Media.
“Rabino”, preguntó el hombre, “¿dónde puedo encontrar la paz?”
El jasid lo miró y dijo: “¡Rápido, mira detrás de ti!”
El hombre dio media vuelta, y el rabino Ben Kaddish le dio en la nuca con un candelabro.
“¿Te parece suficiente paz?”, le dijo ajustándose su yarmulke.
En esta parábola se hace una pregunta absurda. No sólo es absurda la pregunta, sino también el hombre que viajó a Chelm para hacerla. No es que estuviera muy lejos de Chelm, pero ¿por qué no se quedó dónde estaba? ¿Por qué fue a molestar al rabino Ben Kaddish? ¿Acaso el rabino no tenía suficientes problemas?
La verdad es que el rabino estaba hasta la coronilla de este tipo de graciosos, que iban a verlo sólo porque una tal señora Hecht mencionó su nombre en un juicio de paternidad. No, la moraleja de este cuento es que este hombre no tiene nada mejor que hacer que vagabundear y poner nerviosa a la gente. Por ello, el rabino le golpea en la cabeza, algo que, según la Torá, es uno de los métodos más sutiles de demostrar interés.
FUENTE: Cuentos y literatura judía
Un hombre viajó a Chelm a fin de pedir consejo al rabino Ben Kaddish, el más sabio de todos los rabinos del siglo XIX y quizás el noodge más importante de la Edad Media.
“Rabino”, preguntó el hombre, “¿dónde puedo encontrar la paz?”
El jasid lo miró y dijo: “¡Rápido, mira detrás de ti!”
El hombre dio media vuelta, y el rabino Ben Kaddish le dio en la nuca con un candelabro.
“¿Te parece suficiente paz?”, le dijo ajustándose su yarmulke.
En esta parábola se hace una pregunta absurda. No sólo es absurda la pregunta, sino también el hombre que viajó a Chelm para hacerla. No es que estuviera muy lejos de Chelm, pero ¿por qué no se quedó dónde estaba? ¿Por qué fue a molestar al rabino Ben Kaddish? ¿Acaso el rabino no tenía suficientes problemas?
La verdad es que el rabino estaba hasta la coronilla de este tipo de graciosos, que iban a verlo sólo porque una tal señora Hecht mencionó su nombre en un juicio de paternidad. No, la moraleja de este cuento es que este hombre no tiene nada mejor que hacer que vagabundear y poner nerviosa a la gente. Por ello, el rabino le golpea en la cabeza, algo que, según la Torá, es uno de los métodos más sutiles de demostrar interés.
FUENTE: Cuentos y literatura judía
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