ALTO CONTRASEÑA

Otra vez empezaron a salir sus palabras de su boca, demostrando, como piensa de mi, y por lo que me tiene, pero esta vez el lobo no me pillo desprevenida, pues donde va ya que le vi la boca. Esa boquita de piñón, con el alma ennegrecida, de tanta desconfianza, y de tanto creer los dichos de antaño, y de no creer lo que ve y oye. Tan solo cree lo que ella quiere, y a su manera enrevesando todo lo que le digo. Viniendo luego con su amabilidad , y sufrímiento inutil  por verme trabajar, su preocupación por verme  así, y diciéndome que que no salga si no me encuentro bien, o que siente mucho la perdida de mi madre o de cuando vivía de verla con su enfermedad, o bien cuando se preocupa por mi padre, todo eso, no tapan el daño que en un principio me hicieron sus palabros, su incredulidad hacia mi.

 Si yo fuera rencorosa, más de una vez no me hubiese callado, empezando, por aquel dìa , que cuando mi niña tenía  unos meses, vino ella con nosotras, y yo la deje con mi suegra, porque no cogia el carricoche en la frutería , que ella al ver unas naranjas, creyendo que no las había visto, se separó del carricoche, sin agarrarse de el, para indicarme donde había naranjas, creyendo que no las había visto, doy gracias a Dios de que no paso ningún desalmado y no se la llevo, se que fue un despiste, y otras comentarios que ella se los tomo o interpretó a su manera, y no como yo se lo decía y sentía.
Tantas y tantas cosas vividas y oídas que me callo por no ser rencorosa.
Y tù mi otro yo ya no me vas hacer sentirme mal, pues todo lo mencionado no lo hago por hablar mal, ni por hacer daño, sino por desahogarme, allá cada cual con su manera de interpretarlo.

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