Pero que sed tengo!
TOLERAR LA FRUSTRACIÓN…
“El atardecer estaba dejando paso a la noche en las inmensas llanuras centrales de la India. Un tren surcaba el territorio como una gran serpiente quejumbrosa. En el interior, viajaban cuatro hombres que compartían un coche cama. Los cuatro eran desconocidos entre sí.
Cuando consiguieron dormir, al cabo de unos diez minutos, empezaron a oír:
– ¡Qué sed tengo! ¡Pero que sed tengo!
La voz pertenecía a uno de los viajeros. Los demás se despertaron por las quejas, las cuales se alargaron una hora. Uno de los viajeros, cansado del quejica, se levantó, caminó hacia el baño y llenó un vaso de agua. Se lo entregó al sediento que se lo bebió de golpe. A la media hora, cuando ya todos dormían, volvieron a escuchar:
-Pero que sed tenía, pero que sed tenía…”.
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