"Cuento de Navidad"

CUENTO DE NAVIDAD
LAS NAVIDADES PASADAS
-Chals Dickens-

Scrooge era de puño apretado, un viejo pecador exprimidor, escurridizo, codicioso, raedor, y avaricioso. Duro y encerrado en sí mismo que tenía un negocio junto con su difunto amigo Marley, quien hace 7 Navidades, porque era Navidad, había muerto. Nadie en las calles le hablaba, pues sabían bien la respuesta venidera.
La mañana anterior a la víspera de Navidad, Fred, el sobrino de Scrooge, lo visita a su despacho para desearle Felices Navidades e invitarlo a cenar a casa. Scrooge rechaza rotundamente la invitación, es grosero y huraño y juzga a su sobrino por no tener mucho dinero. Fred, a pesar de la negativa de su tío, se retira amablemente y sin enojo alguno.
Poco después, un par de caballeros le pidieron a Scrooge que hiciera un donativo caritativo para la gente pobre; no obstante y como era de esperarse, Scrooge se negó a ayudarlos y cuestionó la utilidad de los asilos y las cárceles para la gente necesitada.
Bob Cratchit, empleado de Scrooge quien ganaba tan sólo 15 chelines, estaba transcribiendo cartas en su cuchitril y pasaba un frío intenso, pues Scrooge ahorraba hasta para carbón. Éste esperaba que fuera la hora de salida para regresar a casa con su familia y festejar la Navidad. Scrooge le advirtió que al día siguiente, pese a ser Navidad, tendría que ir a trabajar desde muy temprano sin falta, pues de lo contrario, perdería su trabajo.
Cuando Scrooge regresó a su casa sintió que el ambiente estaba especialmente extraño y misterioso, pero ignorando dicha percepción, se colocó su camisón y gorro de dormir. Cuando éste estaba sentado en un sillón, se oyeron estruendos y campanas en la casa, y el espectro de su difunto socio, Marley, apareció ante él cargando cadenas que representaban su penitencia por haber sido mezquino y avaricioso en vida. En principio, Scrooge no quiere creer lo que ven sus ojos, pero los estruendos y gritos de Marley, lo someten a escuchar. Marley hizo su aparición para advertirle a Scrooge que debido a su comportamiento, él estaba destinado a viajar sin descanso y que aquello también le ocurriría a él de no cambiar su actitud, por ello le daban la oportunidad de reivindicarse y tres espectros se encargarían de visitarlo en las noches consecuentes a la 1:00. Cuando el espectro de marley salió por la ventana, Scrooge se dispone a dormir.
A las 4:00, Scrooge se despertó, y a partir de entonces, el reloj comenzó a avanzar con rapidez, dando las campanadas y haciendo pasar un día entero en cuestión de minutos. Al dar la 1:00, apareció ante él el primero de los 3 espectros. Era una extraña figura, como un anciano del tamaño de un niño. Su cabello, que colgaba por su espalda y su nuca, era blanco, quizá por la edad, y no obstante, la cara no tenía la menor arruga y el más tierno vello aparecía sobre su piel. Los brazos eran muy largos y musculosos; las manos, las piernas y pies igual, como si su presión fuese de una fuerza inusual. Vestía una túnica del blanco más puro y alrededor de su cintura llevaba un lustroso cinturón, cuyo brillo era hermoso. Sostenía una rama de fresco y verde acebo en la mano, y en contradicción con el emblema invernal, su vestido iba adornado con flores veraniegas. Desde la coronilla de su cabeza irradiaba un chorro de luz clara y brillante y usaba un gran apagaluces como gorra, que ahora sostenía debajo del brazo. Este espíritu se presenta como el Espectro de las Navidades pasadas, quien lleva a Scrooge a su pueblo de infancia. Ambos entran a una casa antigua donde observan a Scrooge de niño leyendo un libro e imaginándose historias. El viejo Scrooge siente enorme gusto y nostalgia al recordar aquellos momentos cuando viajaba con la imaginación. Poco después, lo lleva a la misma casa, pero Scrooge ya es un poco mayor y su hermana, alegre y hermosa, lo visita para llevarlo a casa con su padre a pasar la Navidad. Scrooge recuerda con amor a su hermana, quien murió poco después de haber tenido a Fred, su sobrino.
Posteriormente, el espíritu lo lleva al despacho de Fezziwig, su primer jefe, quien tenía 2 aprendices y los alojaba en su casa. Era Navidad y había un festejo en la oficina a donde todo el mundo asistió, bailó y se divirtió. Scrooge sintió en aquel momento, la necesidad de hablar con su empleado Cratchit.
Después el espíritu lo lleva a verse más grande, codicioso y con ojos de lucro discutiendo con su novia quien le reprocha haber cambiado porque se ha dejado atrapar por la avaricia. Ella le advierte que lo dejará, pues el ídolo de oro la ha desplazado. Ante esto, Scrooge le suplica al espíritu no ver más, pero éste le toma por los brazos y lo lleva a casa de Belle, su antigua novia, en compañía de sus hijos y su marido. Este último, le comenta a Belle que ha visto a Scrooge completamente solo y que su socio, Marley, está a punto de morir.
Scrooge le suplica al espectro no ver más, que pare la tortura y al regresar a casa, cae en un profundo sueño.
Esta vez, Scrooge no quería que este fantasma lo tomara desprevenido, así que abrió las cortinas de su cama y lo esperó despierto. Al dar la 1:00, nadie había ido por él, pero cruzando su puerta se reflejaba una luz roja. Scrooge se levantó para ver qué había tras la puerta y se encontró con el segundo de los 3 espíritus, dentro de su recámara repleta de comida y manjares. El espectro iba vestido con un sencillo manto verde, bordeado de piel blanca. Esta prenda colgaba tan suelta de su amplio pecho desnudo, como si desdeñara ser preservado o escondido por ningún artificio. Sus pies, que se observaban debajo de los amplios pliegues de la prenda, también estaban desnudos; y sobre su cabeza no llevaba otra cosa que una corona de acebo, engarzada por relucientes trozos de hielo. Sus rizos castaño oscuro eran largos y sueltos; libres como su genial cara, sus ojos chispeantes, su mano abierta, su alegre voz, su franco comportamiento y su aire jovial. En su cintura lucía un antiguo cinto, pero no había ninguna espada en él y la antigua vaina estaba enmohecida. El espíritu se presentó como el espectro de las Navidades Presentes, siendo de los más jóvenes de los más de mil ochocientos hermanos que tenía.
Ambos viajaron hasta la ciudad y pese al frío que hacía, se respiraba una sensación de calidez y alegría. Fueron a casa de su empleado, Bob Cratchit y vieron a su familia antes de la cena de Navidad. Cratchit tenía varios hijos: dos pequeños, Martha, Peter y el pequeño y enfermo Tiny Tim, quien cojeaba de una pierna. En casa de Cratchit cenaban un pequeño pavo y pudín que cocinó su esposa, asimismo, cantaban villancicos alegremente. Scrooge le preguntó al espíritu si Tiny Tim viviría, pero éste le contestó que de no cambiar su situación, preveía una silla vacía y una muleta abandonada. A Scrooge le dio mucha pena que el pobre Tiny Tim pudiese fallecer debido a su enfermedad.
De allí, partieron a casa de su sobrino Fred, quien festejaba la Navidad en compañía de su familia, brindaba por el tío Scrooge, pese a su negativa y burla respecto a la celebración. Scrooge estaba muy emocionado al ver la reunión, pues jugaban a la gallina ciega y todos se divertían mucho, él deseaba poder estar en el festejo.
De regreso a casa de Scrooge, el espectro comenzó a envejecer y de los pliegos de su manto sacó un niño y una niña: amarillentos, flacos, andrajosos, huraños, lobunos, pero postrados en su humildad. El espectro dijo que eran los hijos del hombre y le recordó a Scrooge las palabras que pronunció con los caballeros que le pidieron caridad en su oficina para los pobres.
En punto de las doce, el espíritu desapareció y Scrooge divisó un fantasma solemne, con sábana y caperuza, que venía, cual una niebla, por el suelo, en su dirección. El fantasma se acercaba lenta y gravemente en silencio, parecía desparramar pesadumbre y misterio. Iba arropado con una prenda negra, que le escondía la cabeza, la cara, su forma, y no dejaba nada visible de él excepto una mano extendida. Scrooge le preguntó si era el espectro de la Navidad por Venir, pero el espectro no contestaba ni pronunciaba una sola palabra, únicamente señalaba con su mano la dirección. Scrooge le seguía en la sombra de su manto.
Primero fueron a la ciudad y escucharon a varios hombres de negocios, que Scrooge conocía, hablar de la muerte de alguien. Después visitaron la casa de un señor que le compraba a unas mujeres las cortinas de cama y ropas del difunto, cual aves de rapiña. El siguiente lugar que visitaron fue la casa de una pareja que discutían sus deudas, dado que la persona a la que le debían, había muerto, sin embargo, cualquier cosa, era mejor que seguirle debiendo al difunto. P

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