Historias que me gustan de otros autores. Los dos cántaros de agua

Hace mucho tiempo existía un joven llamado Akira encargado de buscar el agua para la casa-escuela del maestro Oe. Para tal labor se desplazaba varios kilometros andando y para ello empleaba dos vasijas de barro que transportaba a cada lado de un recio palo que colocado sobre el cuello le permitía llevar varios litros de agua. Pero resulta que una de las vasijas estaba agrietada y por ella se escapaba parte del contenido.

Durante  dos años Akira estuvo recogiendo agua y únicamente llegaba vasija y media a su destino. La vasija perfecta estaba muy contenta de sus logros. Ni una sola gota de agua caía al suelo y todo su contenido llegaba íntegro a su destino. En cambio el cántaro imperfecto se lamentaba y estaba avergonzado por no poder realizar correctamente su labor. En una de las ocasiones en las que Akira marchó a buscar agua oyó como el cántaro imperfecto se lamentaba y le dijo:

– No te lamentes, cuando volvamos de recoger agua quiero que mires el camino.

Al mirar el camino el recipiente agrietado quedó sorprendido, bordeando la cuneta crecían hermosas flores de colores que alegraban los sentidos.

Akira le preguntó a la vasija agrietada:

– ¿Te has dado cuenta que únicamente en este lado del camino crecen flores? Durante estos dos años he plantado semillas a lo largo de todo el camino porque sabía que crecerían gracias al agua que tú derramabas cada día.

– ¿Es eso cierto? Preguntó el recipiente.

– Querido amigo sino fueras como eres el maestro Oe y yo no hubiéramos gozado de la belleza como lo hemos hecho.

Este pequeño cuento lo leí hace un par de meses en el libro “El arte de no amargarse la vida” del psicólogo Rafael Santandreu (por cierto muy recomendable).  Me parece que ilustra muy bien, para aquellos que todavía no sepáis lo que es, el concepto japonés conocido como wabi-sabi.

Es un término complejo y ambiguo que, quizás “los extranjeros de ojos redondos”, no lleguemos a conocer en toda su dimensionalidad. Se considera una corriente estética pero también es una visión del mundo. Palabras como imperfección y simpleza podrían definirlo, pero existe una frase que condensaría su principio fundamental:

La belleza de cualquier objeto reside en sus imperfecciones