Pokey se va a la ciudad
POKEY SE VA A LA CIUDAPOOKEY EN LA CIUDAD
Esta es la historia de un niño masay, que al cumplir los doce años, dejo su aldea para conocer la ciudad, ya que le habían contado maravillas de ella, él se llama Pokey.*
*Pokey es un joven masay con doce años que no quería estar esclavo del ganado, vive en Kenya en la tribu Ken. Su padre es pastor de cabras, la madre se dedica a las tareas de la choza. Además de Pokey están sus cuatro hermanos, tres chicos y una chica.En Kenya los hijos de los masay, varones, al llegar a los doce años, sus padres les enseñan las tareas del pastor, así los masay mayores, sus progenitores, descansan; las niñas aprenden las tareas que realizan sus madres.Pokey es el pequeño de los cinco hermanos,
a él l no le gusta estar esclavo del ganado, su pensamiento son dos ilusiones:
.- Ser un gran guerrero masay; y explorar territorios nuevos. Para su primer objetivo, que era ser un gran jefe guerrero de una de las tribus masay, su padre tenía que tener más de un rebaño de diferentes clases de ganado, como mínimo tenía que tener tres, pero en cambio sólo tenía un rebaño, al ver que tan sólo podía ser un simple guerrero. Decidió explorar nuevas fronteras.
Su padre vendió parte de las reses que tenía para poderle pagar parte del viaje, el resto del dinero que le hacía falta tenía que ganárselo el trabajando, allí en los sitios donde estuviera.y también para poder comer y descansar-
El pequeño Pokey iba preguntando de tribu en tribu si había algún masay que hubiera visitado otros lugares inesplorables Al llegar a una choza, que era diferente a todas las demás de su aldea,pensó “, que el dueño de la cabaña ,tenía que haber visitado sitios lejanos y distintos al de su aldea, sin pararse a pensar llamo a la puerta, dando dos golpes con los nudillos de sus manos. En esto se abre la puerta y sale un anciano masay, con la cara llena de arrugas, y le pregunta que es lo
que quiere; Pokey , ni corto ni perezoso,-el anciano se llama Molo-, el joven masay le explica el motivo de su visita, el encantado con mucho gusto y contento de tener visita para poder relatar sus aventuras, le hace pasar, y ambos se sientan cada uno en unos troncos de árbol que Molo había cortado hace muchos años, para tenerlos como asientos, que tenía en un rincón de la
casa, que era diferente al resto de la choza. Molo le narro a nuestro pequeño masay su expedición a la gran ciudad. Pero lo que no le conto fue el motivo de su vuelta a Kenia, pues quería que Pokey se diera cuenta de lo importante y valiosa que era su poblado y que estando lejos, echaba de menos a los suyos y a su poblado.
*Pokey Salió muy emocionado y decidido, hacia su poblado y hacia su hogar. Estando todos reunidos en el lar, les narro su expedición por otros poblados en busca de jefes de otras tribus, que los cuales hubieran realizado alguna expedición por sitios inesplorables bien que se hubieran ido en busca de otras emociones a la Gran Selva, como ellos llaman a la ciudad. Les comentó que después de haber recorrido varios poblados y tribus de otros lugares, y de haber hablado con los Ancianos de dichas tribus, al final hallo una choza que era muy diferente a todas las que había visto, en la que vivía un anciano a los que todos veneraban, que era la tribu de los Tordosk, y que dicho nonagenario se llama Tokai, y que el longevo le había comentado que
había explorado la Gran Selva, y que le revelado que le había atraído, y que todo lo que le narro de Gran Selva, le había deleitado; y puesto que no podía realizar el otro sueño, se decidió por el de la Gran Selva. Ni corto ni perezoso, Pokey cogió todas sus túnicas y los enseres y los metió dentro de un gran pañuelo que lo ato a una vara de bambú, se despidió de sus hermanos y de sus progenitores.
Y desde Kenya hasta el Chad – que es la capital de Kenya puso pies en polvorosa,
recorrió miles de kilómetros andando, con sus sandalias de piel de cabra. Al llegar a la capital, lo primero que hizo fue preguntando por un lugar para pasar varios días. Una vez ya situado, acto seguido se puso a buscar trabajo, le daba igual fuere cual fuere; encontró uno de camarero, el dueño del bar al ver que el mozo se desenvolvía bien, lo contrato, y así estuvo durante unos cuantos meses hasta que consiguió suficiente dinero para el billete, y para poder residir en la Gran Selva.
A la mañana siguiente preparo la “maleta”,se dirigió al aeropuerto, y en recepción pidió un billete para Madrid. Una vez que llegó a Madrid, consiguió trabajos de poca monta, a él le daba igual, ya que estaba donde quería, el caso era ganar algunas monedas –como él decía- para poder conseguir una chozuela donde poder dormir y comer.
Visito los sitios más emblemáticos y simbólicos de Madrid. Al cabo de veinte días, vio que no aguantaba más, pues tanta contaminación, coches, cantidad de gente que no paraba de andar de un sitio a otro, tan apurada, estresada y tanto ruido, que por las noches no podía ver las estrellas, ni oír el canto del búho. Que sí que había jardines, árboles fuentes, pájaros, tanto libres como enjaulados en las casas, eso no era vida para él, ya que echaba de menos a los suyos, su selva, sus animales, los manantiales, su cielo estrellado, el trino de los pájaros, la llamada del león llamando a las hembras, el verde de su poblado,; ahí fue donde se dio cuenta de que amaba la naturaleza y decidió , volver a su poblado, -pensó, que se esforzaría en ser un gran guerrero masay, para llegar ser uno de los jefes de su tribu, y cuando fuera mayor como Molo, reuniría a todos los pequeños de su tribu y le narraría sus aventuras vividas en la gran ciudad-. Con la idea en la cabeza de que a los pequeños le haría lo mismo que le hizo el jefe Molo, para que así aprendieran a defenderse y a valorar las cosas buena s y a su familia.
Al final adivinó por qué el jefe Molo no le contó el motivo de su vuelta a la aldea-
Una vez estando en el aeropuerto, compro varios suvenires, tarjetas de Madrid, para enseñársela a los suyos. Subió al avión con más emoción, que cuando se marchó, tarareando una canción típica de cuna, que le cantaba su madre cuando era pequeño, los ojos le brillaban, de la emoción y la alegría que tenía de volver a su tierra, el corazón le latía a cien por hora, parecía un negrito del tan tan loco de la música, anunciando a los suyos
que pronto estaría con ellos.
Llego a su Kenia querida, al aterrizar el avión, fue el primero en ponerse en la puerta del gran pájaro –como él llamaba al avión-. Nada más ver a los suyos esperándole,
le empezaron a caer las lágrimas de sus ojos, no pudo contener la emoción.**Desde el aeropuerto hasta su poblado, que fueron en coche- el no paraba de contarles todas sus experiencias,**y por qué había decido volver.*
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